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Yo la amo
Y podría decirle que la amo por todas las cursilerías que se han acentuado a lo largo del tiempo: su sonrisa amable y amorosa, su inteligencia, el brillo de sus ojos, la suavidad de su piel, su sonrisa contagiosa.
Decreto mi amor hacia usted, porque cuando camina, imagino el sudor de su entrepierna mezclado con el flujo que le produjo un pensamiento mío.
La amo, porque cuando habla me invitan sus labios a jugar con su lengua en un cerco de dientes.
La amo, porque ayer me esperó vestida del color de los pies en el mar, mientras el encaje de sus senos y pubis dormían inquietos en la gaveta de su cómoda. La amo porque con sus pies acaricia las sábanas y me desnuda con sus pestañas.
La amo porque me agrada su conversación, la forma como mueve sus manos, por sus caricias certeras en la sensibilidad de mi masculinidad. La amo porque se que me piensa tanto como yo a usted, la amo porque la siento cercana a mi nuca cuando dormimos juntos, porque me gusta sentir su peso sobre mi hombro cuando comemos cotufas mirando la TV.
La amo porque me regala bellos mensajes de texto, porque camina cerca de mí, aún sin tener las manos juntas, la amo porque se le humedecen los ojos cuando me mira, porque se ilumina de pensarse conmigo, porque me complace con su compañía.
La amo por que me tiene a su merced, porque me hace pensar cada noche en la mañana que tendremos, porque puedo otear el horizonte sin nubes, porque veo más allá de mis anteojos, porque me gusta aspirar su olor, porque besarla es más que unir los labios, porque en la cama sabemos ser uno, porque se sonroja frente a terceros del amor que le manifiesto.
La amo porque no me deja dormir sino con usted, porque cuando le pienso se me enreda el estómago en mariposas, porque cuando la toco siento que su piel es la mía.
La amo por que me ama, porque soy su esclavo.
